WTB
29 de enero de 2016
“Más tostadas, por favor”. Cuando los padres de Coco
Bradford escucharon esta sencilla frase salir de su boca, no pudieron evitar
dar un respingo. Era la primera vez en tres años que oían la voz de su hija:
cuando solo tenía 24 meses, dejó de hablar por completo debido al trastorno del
espectro autista que sufre.
Después de tres años de profundo silencio, en los que solo
se ha comunicado con dibujos, rabietas y lloros, Coco ha vuelto a hablar. Y lo ha hecho
gracias a una novedosa terapia llamada Análisis Comportamental Aplicado.
Rachel, la madre de Coco, confiesa en el Daily Mail que el
momento“fue mágico. Era la primera vez que decía algo en tres años. Dijo ‘más
tostadas, por favor’, y no paró de repetirlo hasta que se las dimos”.
Por supuesto, la comida favorita de Coco son las tostadas.
“Después de pedirlas, estuvo todo el rato saltando de alegría y pidiendo más y
más”, recuerda Rachel, de 48 años y que cuida de su hija a tiempo competo en su
casa de Cornwall (Inglaterra).
La mayoría de los niños con autismo tienen las capacidades
lingüísticas mermadas o sufren de algún tipo de retraso madurativo, por lo que
empiezan a hablar más tarde. En el caso de Coco, la niña empezó a decir algunas
palabras a los 18 meses de edad, pero 6 meses después dejó de hablar. Y poco a
poco dejó de responder a su nombre y de mirar a los ojos.
Angustiados por la espiral solitaria por la que estaba
cayendo su hija y por la falta de efectividad de los tratamientos que les
recomendaban los médicos, los padres decidieron probar con una nueva técnica
desarrollada en la Universidad de California (Estados Unidos): el Análisis
Comportamental Aplicado. Mediante esta terapia, los psicólogos fueron
modificando la conducta de Coco hasta conseguir que poco a poco volviera a
hablar. Para poder costear el tratamiento, los padres organizaron una colecta
online con la que consiguieron 20.000 libras (26.000 euros).
Pero Coco no se quedó en las tostadas. Al día siguiente
saludó a su padre. Y a los dos días del ‘milagro’, empezó a decir muchas más palabras
y oraciones. Los padres se confiesan sorprendidos por el extenso vocabulario y
por la rapidez de habla de Coco. “Cada día nos sale con una cosa nueva”,
concluye Rachel.
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